Nací en Gilneas, usaba mi sabiduría en el druidismo para servir a mi pueblo con mi conexión profunda con la naturaleza, hasta que un día la terrible maldición huargen arrasó con nuestro hogar y cambió mi vida para siempre.

Encontrar mi propio camino fue difícil. Lo único que me mantenía unida a mi pueblo era mi amistad con Tess. Sin embargo, el rechazo que sentía de mi propia gente y de mi misma me llevó a alejarme para buscar mi propio destino y propósito.

Hice pactos de los que no me siento orgullosa para cambiar mi ser. Pero de ellos aprendí valiosas lecciones. La primera es que el cambio, en sí mismo, hace parte de mi naturaleza como druida y, por lo tanto, aceptar a mi huargen interior no se diferencia mucho de aceptarme a través de los espíritus. La segunda es que mi mundo está rodeado de divisiones y de odios sin sentido, así que es posible encontrar amigos incluso entre quienes se creería que son enemigos…

Para estos amigos me hice una fiera guardiana.

Después de cruzar hasta la propia muerte, dudé mucho en volver y afrontar el encuentro con los que eran los míos y con mi pasado. Mi amistad con Tess me hizo tener el valor para mi regreso y juntas nos encaminamos en la misión de comprender a nuestra gente, a nuestra tierra, para realmente construir un futuro en común.

Hacerlo implicó finalmente enfrentarme cara a cara con el tiempo más duro de mi transformación. Con aquellos momentos que jamás creí poder perdonar. Y también me permitió reconocer mi propio dolor en otros, en mi pueblo.

Ayudé a Tess a comprender esa otra cara de nuestra naturaleza. Ese otro que, a pesar de haber sido sometido, torturado, negado y oculto hace una parte vital de lo que constituye nuestos seres gilneanos. A pesar de que ella jamás será una Huargen, la acompañé a que pudiera entender a su propio pueblo, con una historia y complejidad que nos es propia.

Juntas pudimos finalmente ser nosotras mismas, perdonar y perdonarnos por los errores del pasado para entrar en comunión con nuestra tierra y crear un lazo honesto con nuestra naturaleza.

Los tiempos cambian y Tess y yo nos hicimos el firme propósito de forjar el futuro inevitable que permitiría sanar nuestras viejas heridas con los otros. Aceptarme como huargen no implicó perder a mis amigos, sino ser pionera en el establecimiento de nuevas relaciones de amistad entre la Alianza y la Horda. Ahora como una orgullosa guardiana de ambos mundos.

Solo restaba recuperar la tierra que fue nuestro hogar. Así que me puse el uniforme dispuesta una vez más a servir a Gilneas de la mano de Tess.

Pero no fuimos solas. Parece increíble que ahora no estamos por nuestra cuenta, sino que luchamos y trabajamos de la mano de los que una vez fueron nuestros enemigos bajo el objetivo en común de cuidar y salvaguardar a nuestra querida Azeroth.

El enfrentarnos al fanatismo ciego de la Cruzada Escarlata fue una prueba más de que mantener nuestras creencias y tradiciones no tiene que implicar el cerrarnos al mundo ni a sus cambios, tanto en su dimensión más provechosa como frente a los peligros que pueda traer el afuera.

Se alza de nuevo orgullosa la bandera de Gilneas. Y por primera vez me siento feliz de defenderla, pues ella es el signo de la Reina y nuestro nuevo reino.

Un reino con un futuro prometedor por delante que retoma sus raices para encaminarse a un nuevo destino en el que humanos y huargen coexistirán y enfrentarán juntos lo venidero, sin permitir que nunca más se nos arrebate nuestra libertad tras los muros del miedo.

Yo abro mis alas y emprendo mi vuelo a nuevos viajes y caminos en los que mis amigos, nuevos y viejos, me necesitarán para ser su guardiana.

Pero no sin llevarme conmigo, muy dentro de mi corazón, el aroma de las flores de Tess: permanente recuerdo de que tengo un hogar.

Categorías: Historias gumy

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